Decíamos en el anterior post que las emociones negativas son nuestras. Somos seres duales y como tal dentro de nosotros se encuentran representadas ambas caras de la moneda y las negativas pueden sernos muy útiles cuando las integramos.

Cuando tenemos una misión, una visión o un propósito más grande que nuestro temor, el miedo sencillamente se convierte en un aliado que te avisa para estar alerta, prepararte y ponerte en acción. Respiras y dejas que esa visión se expanda y se haga más grande, visualízala con el máximo número de detalles posible: visualiza cómo quieres que se desarrolle esa visión, cómo hablas, cómo te sientes, como caminas, cómo te relacionas, cómo haces las cosas, ponle color a esa visión, qué personas hay ahí contigo dentro de esa visión, qué otros detalles hay dentro de esa visión.

Cuando te concentras en tu visión y transitas esa resistencia (ver post anterior), utilizando el miedo como abridor del camino que tienes por delante puedes darle la mano al miedo y caminar con él sin que te domine, convirtiéndolo en un amigo que te hará estar alerta para prevenirte, pero recuerda que el que dirige eres tú.

Si tu misión o propósito te da miedo ese es el camino correcto: No niegues ni rechaces al miedo, acógelo. Si está aquí, es para recordarte lo importante que es prepararse y estar atento. Este propósito va a poner a prueba tus habilidades. Confía y apasiónate.

Empieza a mirar los obstáculos como si fueran retos y así las oportunidades se multiplicarán a medida que las vas aprovechando.

Determinación: Elige qué actitud quieres tener, no puedes no decidir. Estás tomando la decisión de construir tu visión de futuro, ¿quién quieres ser?

Energía: Tus pensamientos influyen en tu cantidad de energía un “no puedo” cierra puertas mentales y poco a poco si te concentras en eso, entras en circulo vicioso de pensamientos y comportamientos que te frenan y vuelta a la rueda negativa que consume una gran cantidad de energía y sin energía, no hay acción, no hay movimiento y no hay transformación.

Creencias: Las creencias son originadas por tus experiencias y luego por tus pensamientos. Cambiando esos pensamientos limitantes, cambias tus creencias. Tanto si crees que puedes como si no, llevas razón (Henry Ford). Si tienes todo pero no tienes las creencias adecuadas, no lo podrás ver ni disfrutar.

Para cambiar las creencias limitantes que tenemos, la hipnosis y la terapia craneosacral son grandes aliadas ya que con la hipnosis conseguimos que las creencias se reprogramen a nivel mental y con craneosacral las transitamos en el cuerpo, fusionando mente y cuerpo para que esa nueva creencia sobreescriba a la anterior y se fortalezca esa nueva conexión neuronal.

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